jueves, 1 de mayo de 2014

We all are alone in this world.


A veces sólo necesitas que te digan que creen en ti, que saben por lo que estás pasando y que lo vas a superar. Que te demuestren que puedes confiar en ellos. Sentirse solo es algo horrible que ojalá nadie tenga que sufrir. Sentirse inútil y incapacidad de ayudar a nadie, sentirse un estorbo y que te lo recuerden. Como si no tuvieras suficiente con estar todo el día culpándote de todo lo que pasa a tu alrededor, odiándote como no odias a nadie. Todos piensan que puedes soportar lo que sea, que si ya lo has estado soportando tanto tiempo, por un poco más no va a pasar nada.

Hasta que llega el momento en el que te cansas, en el que el peso te abruma, en el que haber estado callado tanto tiempo pasa factura. ¿Pero qué puedes hacer ahora? Después de tanto tiempo callado es demasiado tarde para intentar hacer nada. Porque ahora sí que estás solo, te has ido alejando de todo por el miedo a que te hicieran daño, a que no supieran ayudarte o a que te dejaran de lado de nuevo. Porque todos son iguales, ¿no? Todos van a acabar haciéndote daño, si hasta tú mismo te lo haces, ¿por qué con otra persona iba a ser diferente?

martes, 29 de abril de 2014

Ella era como un grito en el vacío.


Con ella encontré algo que no había encontrado con nadie, algo que había perdido hacía demasiado tiempo (si alguna vez lo había tenido). Me encontré a mí mismo, volví a recordar lo que era sonreír de verdad al escucharla cantar mi canción favorita. Ella hizo que me reencontrara, después de tanto tiempo.

Ella me enseñó cosas que pocos saben, cosas esenciales de las que la gente prescinde. Me enseñó a olvidarme del tiempo y de las explicaciones, me enseñó a dejar eso para después y a centrarme en el presente. Me enseñó a sonreír sin motivo, porque no se necesitan mil motivos para hacerlo, con saber que al día siguiente me iba a levantar al lado de esos ojos verdes me bastaba. Y cuántas cosas le debo que nunca voy a poder darle. Con ella aprendí la fugacidad de lo que tenemos, lo mucho que puede cambiar todo de un día para otro, cómo todo lo que damos por seguro puede desaparecer dejando cenizas y mucha incertidumbre.

Y es que ella era así, inesperable. Era explosiva. No paraba de sorprenderte, con cualquier locura. Era como un grito en el vacío, como una noche en vela. Era la razón de mi insomnio y la me hacía soñar. Lo era todo, y no ese todo de los de ahora. Era un todo que al irse dejaba una nada tan grande que te sentías perdido. Que te sentías vacío y te preguntabas si todo había valido la pena; pero claro que la había valido, ella hacía que nada fuera en vano. Hacía que su marcha fuera tan dolorosa como valiosa, porque sí, era valiosa y me demostró que todo había sido real, que había luchado por algo.

jueves, 3 de abril de 2014

What am I supposed to do when the best part of me will always be you?


Lo siento, lo he intentado, he intentado ser fuerte, he intentado no pensar en nosotros y dejarte ir. Créeme que lo he intentado, pero no puedo olvidar a la única persona que me ha hecho sentir algo más que odio, no puedo olvidar a la única persona que me ha hecho sentir viva. He sonreído constantemente cuando por dentro sólo pensaba en salir corriendo a buscarte, he dicho que estaba bien mientras luchaba por que las lágrimas no se escaparan. Lo he echo por ti, porque aún creía que ibas a aparecer a la salida del instituto con un te quiero en lo labios y los brazos abiertos esperando mi abrazo. Lo he echo porque cuando vinieras quería que vieras que lo había intentado, porque sé que tú te ibas a dar cuenta de que faltaba el brillo en mis ojos, de que no sonreía como lo hacía contigo.

De verdad creía que ibas a venir, o puede que sólo buscara excusas para no aceptar que te habías ido para siempre, sabes que yo siempre me he negado a creer en los finales. Aunque creo que ya es hora de aceptar que te has ido, que ese fue el final. No fue el final feliz con el que soñaba de pequeña (porque los finales nunca han sido ni serán felices). Te escribo esto como carta de despedida, no sólo para ti, sino también para la parte de mí que te llevaste contigo. Gracias por haberme enseñado tanto, gracias por no haberme dejado rendirme y por haberme dejado llorar contigo. Has hecho más por mí de lo que nadie ha hecho nunca, me has enseñado a sonreír con las cosas más pequeñas y a disfrutar del arte. Y eso es algo que por mucho que pasen los años no se olvida.

Siento que te fueras de golpe y sin avisar aquel 16 de febrero en el que decidiste que seguir con esto no tenía sentido, en el que cogiste esa pistola y decidiste ponerle fin a tu vida. Pero sobretodo siento no haber sabido entenderte y no haber podido ayudarte. Espero que algún día nos volvamos a ver, espero que me recuerdes y me perdones por no haber sido suficiente.